viernes, 27 de enero de 2012

LA PAPA ANTIGUA EN TENERIFE

LA PAPA ANTIGUA EN TENERIFE


Papa, te llamas
papa y no patata,
no naciste castellana:
eres oscura como nuestra piel...
...Profunda y suave eres,
pulpa pura, purísima, rosa, blanca, enterrada,
floreces allá adentro, en la tierra...
...enemiga del hambre, en todas las naciones...
...tesoro interminable de los pueblos...
(Fragmentos de Oda a la Papa,
Pablo Neruda , 1968)


La papa, perteneciente a la familia de las Solanáceas y al género Solanum, posee probablemente, más especies silvestres relacionadas que cualquier otro cultivo. El género Solanum engloba unas 2.000 especies, las cuales se extienden por todo el mundo, exceptuando el Norte y el Sur más extremos.

El área de diversidad de la papa cultivada, aunque no el centro, se sitúa entre la región central de Bolivia y la del Perú, en los lagos Titicaca y Poopo, unidos por el río Desaguadero, siendo la región oeste de Bolivia el posible punto de origen de la domesticación de la papa, hace unos 10.000 años.

En la domesticación de la papa tuvo gran importancia el proceso de deshidratación de los tubérculos, para obtener el “ch’unhu” o chunho. Para ello, fueron imprescindibles dos elementos esenciales del clima del altiplano, como son las bajas temperaturas nocturnas de hasta –20ºC para congelar los tubérculos y la insolación diurna para su descongelación. Mediante suave presión con pies descalzos, se eliminaba la piel y se extraía el jugo antes de secarlos completamente al sol. Con este procedimiento se obtenía el chunho negro que es de mayor duración por la oxidación de los taninos. Para obtener chunho blanco, los tubérculos congelados eran sumergidos en agua corriente durante varios días, desprendiendo la piel y secados al sol. Se puede hablar así del inicio de la industria de este tubérculo, por parte de los Collas de la cultura Tiahuanaco. Con la domesticación y cultivo de la papa y otros tubérculos y raíces, se originó la agricultura alto andina, cuyas principales especies fueron compartidas en toda la Cordillera, por la interconexión de los pueblos y de acuerdo con las condiciones agroecológicas regionales.

Tras la conquista de Perú por los españoles en el siglo XVI, algunos soldados dejaron información escrita sobre el descubrimiento de la papa, la cual, fue sucesivamente ampliada por cronistas mas ilustrados, pero con las mismas dificultades de representar en su incipiente castellano, la fonética real de las voces nativas.

Francisco López de Gomara (1552) publicó la primera información sobre la existencia de papa, refiriéndose a las regiones altas al sur del Perú, conocida como Collao y dice: “...la gente vive en el Collao por unos cien anhos o más; carecen de maíz y comen unas raíces que son a manera de turmas de tierra que ellos llaman papas”.
Respecto a su llegada a la España peninsular, se carece de datos precisos, ya que no aparece el registro de su introducción en la península. Se supone que ese hecho sólo podía ocurrir después del descubrimiento de los altiplanos andinos, 40 años después de la llegada a América. Indudablemente, antes de la papa, llegó a España la batata dulce o camote (Ipomoea batatas), encontrada en las Antillas, Méjico y otras regiones de clima cálido por lo que el pueblo que conocía las raíces tuberosas de la batata, denominó “patata”, a este cultivo ya que también producía tubérculos subterráneos.

La primera referencia de la presencia de papas en las islas Canarias data de noviembre de 1567 y figura en las notas de Lorenzo Palenzuela, notario público que da fe en aquella fecha del envío de mercancías desde Gran Canaria a Amberes “... y así mismo recibo tres barriles medianos que decís lleven patata y naranjas e lemones verdes”. Estos últimos sugieren la posibilidad de que la papa fue introducida en estas islas en 1562. En Tenerife existe una cita semejante por el notario Luis de Balboa en abril de 1574, reflejando un envío desde esta isla a Rouen (Francia) “... Asi mismo vinieron de Tenerife dos barriles de patata y ocho (...) llenos de aguardiente”. Por lo tanto, la papa pudo conocerse antes en Canarias que en el resto de Europa. La fecha de este envío sugiere que el cultivo debió ser producido en estas islas, puesto que los tubérculos cosechados en marzo o abril en América, no podían ser embarcadas en noviembre en un puerto Canario.

No obstante, su expansión por Europa fue lenta, siendo los Países Bajos los que comenzaron a cultivarla con sentido económico hacia el año 1620. Al principio, se consideraba una planta ornamental y cuando comenzó su cultivo, se utilizó principalmente para alimento del ganado. El botánico Francés Duhamel du Monceau recomendó su cultivo en 1760 ”...porque además de ser sumamente útil para toda clase de ganado, sirve también de gran recurso, en los años de escasez, para sustento de los hombres...”. Irlanda fue la isla donde se extendió con más rapidez el cultivo a lo largo del siglo XVIII.

En la España peninsular, parece ser que Galicia fue la primera región en cultivarla hacia el siglo XVI.

En Canarias, la papa compartía superficie con el millo (maíz), las hortalizas y las legumbres, ocupando un espacio importante a partir del siglo XVII, ya que se trataba de un cultivo que permitía varias cosechas al año y que pronto se incorporó a la dieta básica. Según diversos trabajos etnobotánicos se pueden clasificar hasta 43 cultivares autóctonos pertenecientes a 10 grupos diferentes (Bonitas, Azucenas, Negras, Torrentas, Borrallas y/o Meloneras, Palmeras, Coloradas, Pelucas, Moras y Venezolanas y Andinas ) exclusivos de la isla de Tenerife y 14 de la isla de La Palma.

En la actualidad la papa en Canarias es muy apreciada y es parte fundamental de la gastronomía típica y uno de los principales cultivos en las zonas de medianía, en microparcelas familiares básicamente para autoconsumo. Conforma un paisaje peculiar que para los más nostálgicos supone el recuerdo de lo que fue su origen natural, la cordillera Andina.
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