martes, 24 de enero de 2012
La alemana BASF deja de producir transgénicos para Europa por falta de mercado
El grupo alemán BASF, número uno del sector químico que presiono durante un década y que en 2010 obtuvo la autorización para comercializar en la Unión Europea una patata transgénica reforzada en almidón (Amflora) y destinada a la industria, en particular para la industria del papel, el textil o los adhesivos, ha decidido abandonar el desarrollo de nuevos productos destinados al mercado europeo. Además ha anunciado que trasladará a EE UU y a América del Sur la mayor parte de sus investigaciones sobre transgénicos, centrándose en países más permisivos como Brasil o Argentina.
"Estamos convencidos de que las biotecnologías verdes son cruciales para el siglo XXI, pero no son suficientemente aceptadas en muchas regiones de Europa por la mayoría de los consumidores, agricultores y responsables políticos", estimó en una conferencia telefónica Stefan Marcinowski, miembro del directorio de BASF encargado de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
"Es por ello que no tiene sentido económico seguir invirtiendo en estos productos que deben ser exclusivamente cultivados en este mercado", agregó.
En cambio, el grupo decidió proseguir con el proceso de demanda de autorización a la Unión Europea de las patatas transgénicas ya desarrolladas: Amadea, Modena y Fortuna.
La Comisión Europea preciso que no autorizará ningún OGM antes de haber obtenido un acuerdo sobre las reglas que hay que seguir para su cultivo.
Mientras, en España, se alcanza el récord de superficie cultivada con transgénicos en 2011 (cerca de 100.000 hectáreas) y el resto de Europa se distancia cada vez más tomando el camino opuesto. Letonia se ha declarado libre de transgénicos, esta decisión llegó después de que 101 municipios de 111 existentes aprobarán por referéndum local normas de obligado cumplimiento prohibiendo el cultivo de transgénicos en su territorio.
Además, en el caso español, es tal la paradoja, que Francia, Alemania, Hungría, Grecia, Austria, Luxemburgo y Bulgaria han prohibido el maíz cultivado en España.
Lo que sí parece cada vez más claro es que las dificultades de implantación en Europa no se deben tanto a restricciones legales para la investigación y el cultivo como al rechazo del propio consumidor.
¿Será el principio de una r-evolución?
Al Ras
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